Te digo adiós, y acaso te quiero todavía. Quizás no he de olvidarte, pero te digo adiós. No sé si me quisiste... No sé si te quería... O tal vez nos quisimos demasiado los dos. Este cariño triste, y apasionado, y loco, me lo sembré en el alma para quererte a ti. No sé si te amé mucho... no sé si te amé poco; pero sí sé que nunca volveré a amar así. Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo, y el corazón me dice que no te olvidaré; pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo, tal vez empiezo a amarte como jamás te amé. Te digo adiós, y acaso, con esta despedida, mi más hermoso sueño muere dentro de mí... Pero te digo adiós, para toda la vida, aunque toda la vida siga pensando en ti. José Ángel Buesa
Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca. Como todas las cosas están llenas de mi alma emerges de las cosas, llena del alma mía. Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, y te pareces a la palabra melancolía. Me gustas cuando callas y estás como distante. Y estás como quejándote, mariposa en arrullo. Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: déjame que me calle con el silencio tuyo. Déjame que te hable también con tu silencio claro como una lámpara, simple como un anillo. Eres como la noche, callada y constelada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo. Me gustas cuando callas porque estás como ausente. Distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa bastan. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto. Pablo Neruda -Veinte poemas de amor y una canción desesperada
Quizá fue una hecatombe de esperanzas un derrumbe de algún modo previsto ah pero mi tristeza sólo tu vía hecho y rehecho mis trayectos contigo hasta aquí había apostado a inventar la verdad pero vos encontraste la manera una manera tierna y a la vez implacable de desahuciar mi amor. Con un solo pronóstico lo quitaste de los suburbios de tu vida posible lo envolviste en nostalgias lo cargaste por cuadras y cuadras y despacito sin que el aire nocturno lo advirtiera ahi nomás lo dejaste a solas con su suerte que no es mucha. Creo que tenés razón la culpa es de uno cuando no enamora y no de los pretextos ni del tiempo. Hace mucho muchísimo que yo no me enfrentaba como anoche al espejo y fue implacable como vos mas no fue tierno ahora estoy solo francamente solo. Siempre cuesta un poquito empezar a sentirse desgraciado antes de regresar a mis lóbregos cuarteles de invierno con los ojos bien secos por si acaso miro como te vas adentrando en la niebla y empiezo a recordarte. Mario Benede...