Primavera.
Quiero contar una historia de dos personas que se conocieron, se quisieron, se reconocieron de la multitud (por que se andaban buscando desde hace mucho) y se dejaron ir.
Todo empezó un día caluroso de abril, pero de esos días en los que todavía no quema el sol pero sus rayos ya se sienten en la piel, ese día en especial ella estaba inmersa en sus pensamientos, en la vida cotidiana, en la rutina que consistan sus días, era una mujer normal a simple vista sin mucho afán de conseguir vida extraordinaria, solo vivía el día a día dejándose llevar por la corriente de la vida. Pero ese día de abril algo cambio en ella, fue el destino, el universo o algo más lo que hizo que volteara, que se diera cuenta de que ahí estaba “él”, ese hombre al que ella jamás ni por descuido pensó sentir nunca.
Todo empezó con un saludo y si bien solo fue un saludo cordial de quienes llevan prisa por sus propias vidas, fue “el saludo” el que permitió que todo empezara, para bien o para mal, empezó…Sin querer, ni buscar, los dos se encontraban más seguido, tal vez los hilos de la vida o el destino (de ese del que hemos escuchado tanto, de ese del que uno cree que se salva) o tal vez solo fue una broma de un ser superior para juntar a dos que no se imaginaban siquiera el uno con el otro; transcurrieron los maravillosos días que permitieron se acercaran un poco más cada vez, hasta que por fin una de esas veces el dio el primer paso para lo que sería una historia de esas que solo se viven en la imaginación de algún escritor con necesidad de creer.
El primer día…
Ahí estaba él, un hombre por el cual el tiempo aunque había dejado su marca irreversible lo llevaba dignamente y casi no se le notaba; él era a simple vista alguien confiable, de esas personas que de inmediato vez y sabes que si les das la oportunidad te marcan para siempre, era confiable, en sus ojos se veía reflejada esa luz que solo da cuando has peleado tanto y decides levantarte y seguir luchando, su cuerpo reflejaba la fuerza del guerrero que ha dado mucho y ha recibido tan poco a cambio y sus manos (esas manos que más de una vez consiguieron elevarla al cielo) grandes, protectoras que si te dejabas tocar te robaban el más cálido suspiro.
Ahí estaba ella, una mujer de mediana edad que denotaba libertad y las ganas de vivir, en su rostro siempre se dibujaba una cálida sonrisa y en sus ojos esos ojos grandes y oscuros se veía el reflejo de un alma ansiosa por ser descubierta, su cuerpo era el reflejo de la falta de ejercicio, si bien era una mujer delgada no era ni en mil años alguien atlético, se veía que lo de ella era el arte, el descubrir la vida, el maravillarse por cada partícula que pasara rozándola y aunque se notaba que el pasado había cobrado factura en su desconfianza trataba de seguir creyendo.
De inmediato existió una conexión que la vibraron ambos al escucharse como hace mucho ninguno de los dos lo hacia con nadie más, él le platicó un poco de su vida y ella lo empezó a dejar entrar para que se identificara con la suya….
Cada uno de los dos hablaba y el otro con gran interés escuchaba y se maravillaba por que no había falsedad, no había duda algo pasaba. Al termino de esa primer cita él gentilmente la acompaño a seguir descubriendo un poco de su día a día y entonces pasó, lo que ninguno se imaginó, lo que ninguno ni sospechó siquiera, sus manos, sus cuerpos se reconocieron de inmediato en un abrazo y en un primer beso que les hizo verse el uno al otro con total confianza y entrega.
Al pasar los días…
Al parecer el cielo brillaba y el viento soplaba su calida brisa de principios de primavera para ellos dos, por fin todo empezaba a encajar para gusto de los dos, los besos el abrazo, el contacto de los dos era una necesidad, el sentirse cerca,el poder seguir reconociéndose, platicándose, descubriendo cada faceta de su ser.
Pasaron los días (hay que mencionar que los más maravillosos que he tenido en muchos años), encontraron un lugar el cual hicieron suyo (un parque de esos que pintan en cualquier novela romántica, con flores, pasto, alegría) al que rigurosamente se escapaban todas las tardes para amarse sin medida, sus cuerpos eran tan perfectos el uno para el otro, sus bocas fueron hechas a la medida del otro; platicaban de todo y nada, de sus sueños y ahí empezaron a soñar, ella con él en su vida y él con ella acompañándola.
Todo era un idilio maravilloso como los días más hermosos de la primavera cuando las flores florecen, cuando el sol brilla y no quema, cuando el pasto es verde para guarecer al necesitado de libertad, cuando todo resplandece alrededor, parecía perfecto, casi como un sueño (de esos que crees que no te pueden pasar a ti).
Se hablaban día y noche, se extrañaban se vibraban, el era todo lo que ella estaba esperando y ella era para él la vida, era ese pasto hermoso recién rociado por una brisa fresca de primavera.
El cambio su rutina de fin de semana para poder estar con ella más tiempo y ella a su vez cambio su rutina diaria dándole el espacio a él para seguirse reconociendo y cada día que pasaban a su lado más se entregaban, más explotaban juntos.
Por fin llegó el día en que celebraron la vida explotando juntos en un acto de entrega total reconociendo sus cuerpos y sus almas completamente desnudas frente a frente sin miedo y con total aceptación, ella por fin supo sanar sus heridas gracias a el amor que él le entregaba en ese acto perfecto de amor y él se quito los miedos corporales y la dejo entrar un poco más a su mundo.
Al parecer todo iba como cualquier cuento de hadas y magia y finales felices, por fin se sentían a gusto acompañados y plenos, pero ... siempre hay un pero (mientras haces planes, mientras sueñas algo se mueve, algo gira, algo cambia).
Como en cualquier historia no termina en final feliz, ella empezó con sus miedos, con sus terribles fantasmas del pasado que la acechaban, la acorralaban haciéndola creer que él no era quien esperaba, que no era perfecto para ella, que solo era la ilusión de ella con respecto a todas las infinitas atenciones y palabras perfectas que siempre el tenia para con ella.
Por fin un día uno de los fantasmas gano la batalla y ella cedió a su dulce encanto de susurro en el oído; así que hizo lo que siempre hacia cuando el miedo la arrebataba carcomiéndole el cuerpo quitándole la tranquilidad y olvidando la esperanza que esos días ella con tanto gusto había abrazado, lo que no sabia es que al dejar pasar a la duda al miedo, también le habría la puerta a la terrible soledad. Así que decidió y no lo hizo con ese corazón tan lleno de amor que la caracterizaba si no más bien con esa mente que la hacia caer, lo puso a prueba para ver si era verdad que él no tenia miedo como ella, para ver si de verdad el estaba listo para dar ese brinco de fe y aferrarse a su cintura para no dejarla escapar.
Llego el día la estrategia estaba planeada, la suerte estaba echada y la moneda en el aire en espera, ¿de qué? De un milagro, de redención, de perdón o solo de olvido; no lo sabia, pero lo hizo a costa de la felicidad misma para que él demostrara ese algo excepcional que incalculables veces él demostró y ella disfrutó. Sin esperar una señal hizo las preguntas y obtuvo las respuestas, respuestas que ella quiso escuchar o entender por el miedo a ser feliz. Al creer esas afirmaciones se desato el lado más oscuro que ella poseía y esa noche le mostró lo extraña que podía llegar a ser por dudas, miedo y por qué él le demostrara que de verdad estaba dispuesto a brincar y lograr disipar esas dudas que ella poseía. Por desgracia la fe tiene poco que ver cuando se juega con los miedos, el ego y la duda, así que paso lo peor que ella imagino él se empezó a alejar, él se dio cuenta de que en ella estaba oculto un lado que pocos conocen y que los que lo han llegado a ver se atemorizan y asustan.
Ella creyó firmemente en lo que quiso creer en el miedo en esas palabras no dichas y en esas afirmaciones hechas por él, aunque sin intención de hacerlas, las dudas crecieron, así como el miedo, coraje y frustración; escondido en algún lugar de su corazón guardaba todavía alguna esperanza; decidió con todo el dolor que le provocaba decirle las funestas palabras que desgarran y carcomen la esperanza “te dejo libre”, y libre para que? Él quería serlo? Ella acaso se sentía lista para esa escurridiza libertad?, al paso de los días se dio cuenta por desgracia que había herrado el camino y que la realidad era más dura que las dudas y el miedo.
Con toda su alma y corazón lo busco para tratar de expresarle todo lo que había pasado y sentido, él escucho pero por desgracia algo ya había cambiado pues ella vio en sus ojos que la miraban con pena y dolor y no con la dulzura de la que estaba acostumbrada a recibir de él; ella lo siguió buscando tratando de encontrar un poco de paz, lo tentó y él acepto, ella sabia que en el fondo de los corazones que se entregan y se lastiman que siempre hay un poco de esperanza y que aunque se ha lastimado todavía existe el perdón ese que se da de corazón, ese ese que permite seguir caminando juntos; ella sabia que no seria fácil recuperar “eso” que se perdió, pero lo seguía intentando, mientras él seguía aceptando, tratar de escucharla, vibrárla y tocarla; por fin paso “algo” que modifico la situación, se propusieron ser amigos, de esos que se entregan el alma y el corazón.
Por desgracia la tentación era una mala aliada ya que tejió sus hilos en los dos, ella no podía vivir sin su aliento, sin su tacto, sin su voz y sin esos ojos que cada que la veían la transportaban a un lugar de ensueño y él también se sentía débil en presencia de ella, no se podía contener, la acariciaba, la tocaba, la besaba, con los besos más profundos y sinceros que dos personas que sienten desde el alma se pueden dar, como paso esto?, fácil los dos encontraron la manera de escaparse cada tarde para reencontrarse y sentirse, con miedo a volver a cambiar a retroceder otra vez a perderse el uno con el otro, perdiendo su voluntad entregándose a la mitad y aveces completos, pero con esas dudas que embargan al ser humano cuando se siente vulnerable ante lo que puede ser lo mejor que le puede pasar en la vida.
Así transcurrieron los días hasta que por fin pasó lo inevitable, el que los dos tuvieron la necesidad de volverse a amar sin medida, sin tiempo, en un espacio en donde solo fueran ellos dos sin nadie más, justo en ese lugar podría darse la magia podría pasar todo o nada, la pregunta era, podría ser que los dos pudieran recuperar la magia que se les estaba escapando de las manos, por miedos y dudas o las dejarían a un lado para ser tan plenos y felices como antes? , el destino no ayudo y la oportunidad se perdió, los dos quedaron exhaustos con los cuerpos desnudos pero las almas opacadas de duda y dolor. Se despidieron, parecía el final, cada uno se fue por su lado ahogando su dolor como mejor pudieron.
Ella intento nuevamente el acercamiento, pero por qué lo hacia, por que seguir insistiendo? Pues por que se dio cuenta lamentablemente tarde que “él” era lo que tanto anhelo y que con desesperación había buscado en toda su vida. Él de nuevo accedió, pero esta vez fue distinto no hubo la oportunidad se esa entrega en solitario; jugaron un juego que les quemo las palabras, la piel y el deseo, era un juego peligroso, pero los dos accedieron. Por fin llego el día en que se encontraron de frente y se hablaron, pero hubo un factor que ninguno de los dos consideró, se metió ese espíritu que hace que los hombres se pierdan en su mente y se dejaron llevar por el embrujo de la poderosa cebada que les nublo la mente, por más que sus almas ese día se abrieron para el otro y aunque por fin parecía que la felicidad podía llegar y embriagar a los dos en ese acto de fe y confianza mutua, ella le ofreció el corazón, el alma, su ser, le extendió las manos para que él se aferrara y no la dejara ir, él la tomo, la beso con esa ternura que tanto les hacia falta a los dos y se dejaron llevar, pero aveces la suerte esta echada y las fuerzas más poderosas se burlan y hacen que todo se desplome, que se derrumbe eliminando los pactos, los acuerdos, los sueños, los deseos, la felicidad.
Pasaron los días y él no respondió, ella devastada por la pregunta que siempre se hacia y nunca era contestada, qué hice mal?, apareció la tan esperada llamada, la que permitiría que los dos tocaran el sol o sintieran el rigor del invierno en plena primavera, la suerte estaba echada y el destino espero…
Tal parecía que un silencio se apoderó de esa mañana, que el aire mismo estaba conteniendo la respiración en espera del que pasará; se vieron, ella como siempre después de tanto dolor, tratando de ocultar la felicidad que le ocasionaba el solo verlo, él esperando y al verla ella de inmediato sintió el mismo frió de invierno, ese que entra por cada poro de tu piel y te corta de a poco la respiración, supo de inmediato lo que pasaría a continuación, no era necesario que él le dijera lo que él ya sabia, lo que vio desde que se reflejo en sus ojos, así entonces paso lo temible, lo que por tanto tiempo ella temía que él la alejara por siempre de su vida y que jamas se pudieran tocar, besar, sentir, disfrutar y dejar pasar lo que casi todos buscan, esa felicidad que pocos tienen la dicha de encontrar al lado de ese ser que te vuelve la mejor versión de uno mismo.
Se despidieron sin más, como dos extraños, como si jamás se hubieran encontrado ni reconocido, como si esa ternura, ese cariño se hubiera borrado, como si todo hubiera sido solo un sueño y ninguno hubiese sentido al otro como a el mismo, se les escapo la felicidad ese día o solo les dio miedo aferrarse a ella. Al paso de los días ni el ni ella cruzaban palabra, ni mirada alguna, los dos por separado encontraban consuelo en sus amigos, en sus sueños en sus ideas.
Pero siempre al verse aunque sea de lejos se les notaba esa mirada como quien guarda un suspiro, como quien desea la felicidad, como quien se da cuenta de que en el otro estaba todo eso que no supieron, quisieron retener, aceptar, agradecer y disfrutar…
Pocas veces en la vida o más bien casi nunca uno encuentra, percibe y siente tanta felicidad, cariño y comprensión en otro ser y cuando se encuentra, se vibra, se siente en cada respiro, en cada suspiro, en cada parte de la piel y el alma, uno tiene la obligación con la vida, Dios y el destino de agradecer, aceptar y ser valiente para no dejarlo ir, para que no solo sea un sueño, si no mas bien una realidad que se vuelva eterna…
Y así como la primavera llegó al mundo,
así llegaste tú a mi vida como una brisa
cálida que hace florecer hasta el capullo
más escondido entre las flores, me diste
vida, luz, sol, como los campos verdes en
esta época del año.
-BASTET -